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César Santafé, el camino del símbolo

César Santafé, el camino del símbolo

Medardo Arias Satizábal

Como cada año, la Universidad del Valle hace homenaje a un pintor destacado de la comarca, y en ésta ocasión el honor es para César Santafé, uno de los artistas más sobresalientes de Colombia, quien expone su obra retrospectiva en la gran sala de Meléndez, por invitación del profesor Omar Díaz Saldaña.

Una tarea encomiable realizó el docente desde la edición de la revista “El hombre y la máquina”, y continúa hoy esta labor desde la revista “Qué está mirando”, en cuya última edición destaca el trabajo de César Santafé, como lo ha hecho en otras ocasiones con espíritu crítico frente al trabajo de otros excelsos creadores colombianos.

Como la gota que golpea la roca o el peregrino que reparte su palabra en muchos caminos, el arte de César Santafé llega hoy a un nivel de conciencia que se hace río en el contexto de la plástica nacional. Su obsesión ontológica en el destino de las artes plásticas, nos define, con Martin Heidegger, esa posibilidad de abarcar el todo desde una compulsión estética que también llama al movimiento, al salto y la caída, a ese efecto armónico que producen los cuerpos en el espacio-tiempo.

Desde sus inicios, desde un expresionismo que rescata “el carácter romántico de la pintura figurativa”, sus temas se debaten entre el erotismo, el mundo silente que se esconde en la fanfarria del circo, el despojo del Hombre delante de los mitos y una de sus propuestas más audaces, la del denominado Cubismo Cinético.

Sabemos que con ello ha provocado la sonrisa cómplice de Braque, de Picasso, de Juan Gris o de Guillaume Apollinaire, en un más allá donde la ruptura del arte universal no concibió este giro de pincel que hace viajar en tren lo que parecía inane y eterno. Ahora el péndulo hace varias estaciones antes de oscilar entre dos extremos; permite que una bailarina discurra por la crin de un caballo, despierta al arlequín de su sueño medieval, da tonos que anuncian lluvias, señales indoamericanas a la madera de la guitarra.

Las cuarenta obras que exhibe hoy Santafé en la Universidad del Valle, abarcan un tiempo que tiene su partida en 1976. Aquí están sus “descompuestos amores”, con las líneas que claman desde lo onírico en una tinta clásica, con la paleta que devela el amor, los rigores del cuerpo; descubrimos la ternura en su propuesta figurativa, adivinamos un mundo de arcadia en los pies de sus personajes, una desproporción donde cabe la arcilla, la memoria del maíz, la tosca andadura de los primeros americanos.

Requerimos una mirada que abarque la vastedad de la historia para aproximarnos a este arte en el que es preciso ir más allá del Renacimiento, como lo hicieran John Ruskin o Clement Greenberg, o adoptar los recursos de un crítico como Robert Hughes, desde la tradición occidental, para sopesar el valor y el sentido de lo que pinta o esculpe César Santafé.

En su periplo por España se sintió invadido quizá por esa atmósfera palaciega, aquellas sombras de pesados cortinajes en las Meninas de Velásquez, y quiso penetrar también esos recintos; miró de cerca la fiesta arcaica de los toros y puso en su paleta el rojo sangre en la lengua del animal torturado, como quien escarba en la ruinas de Guernica, en ese instante en que la mano aplastada empuña una flor, y los caballos piafan delante del bombillo de 1 millón de bujías que acaba de encender el bombardeo en sus potreros.

Esta postura que lo distancia del poder y de las candilejas de los prestigios efímeros, encuentra hoy a Santafé (Cali, 1954), en una madurez que no hace concesiones a los facilismos creativos, sino que desprecia la puerta ancha y se instala en el cilicio del rigor, en la mortificación que da el sacrificio.

Como dijera alguna vez el escritor mexicano Daniel Rodríguez Barrón, refiriéndose a la “falsa piedad y el eufemismo”, Santafé no permite que esa retórica se inmiscuya en su mirada. Pinta y se despoja, en un viaje hacia la nuez del color y la imagen, sin ambages. Su trascendencia le otorga naturalmente el título de “Maestro”, el mismo que exhibe por más de 40 años como profesor de la Escuela de Artes Plásticas del Instituto Popular de Cultura de Cali.

Con ustedes, el Maestro César Santafé.stro César Santafé.

Medardo Arias Satizábal

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